Decarlos Brown aseguró que atacó a la joven porque “leía su mente”, mientras Donald Trump pide la pena de muerte.
El caso del asesinato de Iryna Zarutska, una joven refugiada ucraniana de 23 años, sigue generando conmoción y debate en Estados Unidos. Zarutska fue apuñalada el pasado 22 de agosto mientras viajaba en un tren ligero de Charlotte, Carolina del Norte.
Su atacante, identificado como Decarlos Brown, de 34 años, confesó desde la cárcel que apuñaló a la víctima porque creía que “ella podía leerle la mente”. El hombre sufre esquizofrenia paranoide y acumulaba un historial de arrestos y condenas por robo a mano armada y altercados violentos.
La familia del acusado había intentado en varias ocasiones conseguir tratamiento psiquiátrico para él, sin éxito. Incluso en enero de este año fue liberado bajo fianza, pese a las advertencias sobre su estado mental, lo que ha reavivado críticas al sistema judicial y de salud mental estadounidense.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reaccionó con dureza y pidió la pena de muerte para Brown. “El animal que mató a la hermosa joven debe ser sentenciado únicamente con la pena de muerte. No puede haber otra opción”, escribió en su red social Truth Social.
Mientras tanto, familiares y amigos de Zarutska la recuerdan como una artista apasionada, amante de los animales y con sueños de convertirse en asistente veterinaria. Había huido de la guerra en Ucrania en busca de paz y seguridad, pero encontró un trágico final en suelo estadounidense.
El caso ha abierto un debate político y social en EE. UU. sobre la reincidencia delictiva, la falta de control sobre los problemas de salud mental y la seguridad en el transporte público.
