Trabajadores refuerzan barreras para contener el crudo
El colapso de un dique de contención en el río Caple, en la provincia de Esmeraldas, ha intensificado la crisis ambiental provocada por el derrame de petróleo tras la rotura del Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE). Este incidente, ocurrido la noche del 25 de marzo debido a las fuertes lluvias, ha permitido que el crudo se expanda a otros cuerpos de agua, generando gran preocupación por los daños ecológicos y los riesgos para la población.
Desde tempranas horas de la mañana, más de 30 trabajadores de Petroecuador y OCP han redoblado esfuerzos para frenar la propagación del petróleo. Para ello, se han instalado barreras adicionales en el río Viche y se han movilizado tractores a las playas para retirar residuos contaminados. Sin embargo, las lluvias han complicado las labores, permitiendo que el petróleo avance hacia los ríos Blanco y Esmeraldas, lo que podría afectar a miles de personas y ecosistemas frágiles.
Las consecuencias de este derrame ya comienzan a sentirse. De acuerdo con un equipo de la Oficina de Evaluación y Coordinación de Desastres de la ONU, que llegó a Quito para brindar apoyo al Gobierno ecuatoriano, alrededor de medio millón de personas estarían en riesgo. En las zonas afectadas se han reportado un aumento en enfermedades respiratorias y gastrointestinales, afectando especialmente a niños, adultos mayores y personas con condiciones preexistentes.
Mientras las labores de contención continúan, se espera que las autoridades implementen medidas urgentes para mitigar el impacto ambiental y social de este desastre. La comunidad internacional observa con atención los esfuerzos para frenar esta crisis y proteger tanto a la población como a la biodiversidad de la región.
