Pandillas superan a la Policía y Fuerzas Armadas
El conflicto armado interno no ha frenado la expansión del crimen organizado, que ahora se extiende por más de 150 cantones del país.
En enero de 2024, el Gobierno ecuatoriano declaró el conflicto armado interno y nombró a 22 bandas criminales como grupos terroristas, en un intento por recuperar el control de las cárceles y reducir la violencia en las calles. Sin embargo, un año y medio después, el panorama es aún más preocupante: el número de bandas se elevó a 37, según el informe más reciente de la organización internacional Armed Conflict Location & Event Data (ACLED), publicado en junio de 2025.
El informe, titulado “Cómo la implacable violencia de las pandillas ha puesto a prueba el enfoque militarizado del Presidente”, advierte que los miembros de bandas criminales ya superan en número a los policías y militares ecuatorianos por separado. Actualmente, Ecuador cuenta con 57.000 policías y poco más de 40.000 militares, mientras que se estima que hasta 60.000 personas podrían estar involucradas en actividades delictivas organizadas, incluyendo ciudadanos ecuatorianos, colombianos, venezolanos y peruanos.
Bandas más fuertes y más violentas
El conflicto interno inicialmente logró contener matanzas en centros penitenciarios, pero no evitó la fragmentación y multiplicación de grupos criminales, especialmente después del asesinato de alias «Rasquiña», exlíder de los Choneros. Tras su muerte, bandas como Lobos, Tiguerones, Chonekillers y Lagartos se independizaron y comenzaron una sangrienta lucha por el territorio, sobre todo en la provincia de Manabí.
Hoy, estas organizaciones han expandido su presencia a más de 150 de los 221 municipios del país, e incluso han extendido sus operaciones a países vecinos como Perú, Chile y Colombia.
Factores que alimentan el crimen
El informe señala que el crecimiento de estas estructuras delictivas está ligado a factores estructurales como el debilitamiento de las instituciones, la corrupción, la impunidad y las nuevas rutas del narcotráfico. Las cárceles ecuatorianas, según expertos, han servido como centros de operaciones y reclutamiento de estas bandas.
Ivonne Téllez, docente investigadora de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), sostiene que la violencia no solo tiene origen en el narcotráfico, sino en problemas sociales y económicos profundos. “No recuperar las cárceles ni recomponer el tejido social hace que la delincuencia crezca también en las calles”, alerta.
Por su parte, el ministro de Inclusión Económica y Social (MIES), Harold Burbano, indicó que entre el 3% y 4% de los miembros de grupos delictivos son menores de edad. Solo en 2024, cerca de 3.000 niños, niñas y adolescentes fueron aprehendidos por vínculos con el crimen organizado.
¿Qué se está haciendo?
El MIES participa en una comisión de prevención para erradicar el reclutamiento de menores, enfocándose en tres grupos prioritarios:
1. Adolescentes ya involucrados en el delito.
2. Niños en situación de riesgo.
3. Comunidades vulnerables donde operan las bandas.
Sin embargo, expertos coinciden en que la solución no puede ser solo militar. Es urgente invertir en educación, empleo, justicia y rehabilitación social, para evitar que más jóvenes sean ab
sorbidos por las redes delictivas.
